viernes

Una noche en Praga


Si Viena es elegante y sistemática como una filosofía, Praga es pintoresca y misteriosa como un sueño.

Estaba solo en el tren rumbo a Praga, tras un improvisado viaje arreglado en 4 horas. Atrás dejaba a Viena, encantadora como una dulce y melancólica música, llena de contrastes y ritmos plácidos. El viaje salió sin pensarlo, me quedaba 2 días para que mi visa se venciera, y habiendo conocido a Vienna, le sugerí a mi amigo la posibilidad de viajar un poco más , para lo que me dijo que las noches en Praga tenían un encanto que no había sentido en ninguna otra ciudad. Él no me podía acompañar, así que solo, decidí aventurarme a la ciudad de la noche tejida con la sustancia de los sueños. Convencí mi amigo, ya que dudaba de si yo podría ir solo, sin conocer a nadie, ni hablar la lengua y de tal improvisación ”típicas de un Colombiano”, y con su eficiencia de filósofo vienes, organizó con un par de llamadas , el hostal donde me podría quedar la noche, el tiquete del tren, y un libro sobre Praga detallándome calculadamente los lugares que podría visitar en la mañana del día siguiente: sus historias y misteriosa vida nocturna. En el tren rumbo a Praga vi ríos congelados, vi resplandecientes campos nevados, vi oscuras colinas por los bosques recubiertos de nieve, vi altas montañas perdiéndose en la niebla, vi el esqueleto de árboles con formas malvadas como brujas, aisladas aldeas de casa pequeñas y techos amplios, rivalizando sus colores con el melancólico halito del invierno, vi solitarias casitas de madera en lo alto de colinas que se disuelven con los soñolientos girones de las nubes, formas que se alargan y cambian como un sueño.

El hecho de no conocer a nadie, ni el idioma, ni la ciudad, ni donde me quedaría, le agregaba cierto temor a la aventura por lo desconocido

Llegue a Praga y expectante me baje del tren y fui a buscar información y cambiar algo de dinero a coronas checas. La niña hablaba un poco de inglés, me dio un mapa algo diferente del que había estudiado (el cual sus calles estaban traducidas al inglés) Afuera un taxista ofreció llevarme al hostal pero al decirme 500 coronas me pareció mucho y desconfiado que quería estafarme decidí caminar y caminar con mi pesada mochila. La noche ya caía, y de lejos empecé a ver las magnificas arquitectas que se alzan como si fueran hechas de arena hasta ser grandes cúpulas, tal vez un museo, o una catedral góticas que a la luz irreal de la tarde se destacaban fantásticamente sus afiladas puntas contra el vivo y casi palpable fuego del cielo, más tarde la ciudad se cubrió en sombras, y ésta se alumbró tenuemente como los rescoldos de una hoguera.

Al caminar 20 minutos pensé que estaba perdido en el laberinto de Europa, todas las calles estaban señaladas en Checo y las calles del mi mapa en Ingles, que hago? Me decía, pero siguiendo las invitaciones del azar y el misterio seguí caminando y las sombras de mis pasos se alargaban a medida que se llenaba la noche poblando el silencio . Las calles eran como la atmósfera de los sueños por la niebla viva que delicada y serenamente lo empezaba a cubrir todo , destiñendo las luces de las lámparas monstruosas cómo ciclopes y llenado las sombras con reminiscencias literarias.

Seguía caminando y contemplando las arquitecturas más fantásticas, tomando fotos a las sombras de la Praga de Kafka de la cual sintió como una jaula e inconcebible sueño. Se oscurecía y el sentimiento de opresión y locura aumentaba a medida que la noche agrandaba las sombras. Dónde estoy? me preguntaba, me dije que estaba en el fin del mundo en alguna obscuro y encantador sueño, estaba en algo desconocido, con calles laberínticas y entradas misteriosas bajo el resplandor de sospechosas luces. Luego pasé por asombrosas catedrales que parecían una religión petrificada, pasé por un puente con las 12 figuras simbólicas de la historia de la ciudad, Cristo con la pesada cruz y su cansancio petrificado en la roca, un hombre fuerte alzando un niño, el grito de encadenados silenciados en la eternidad de la roca, calaveras esculpidas, vi gente tomando fotos al juego de las sombras con las lámparas misteriosas que teñían y combatían la niebla, dando a la noche color de la tierra y luna, como los colores de un sueño, y el hilo del sueño enredándose en la altas cúpulas.

Al ver el encanto de la ciudad, la opresión a lo desconocido de pensar que estaba en el fin del mundo, pasó al pensamiento que estaba era precisamente en el centro del mundo y no en medio de la nada, no estaba descubriendo una nueva ciudad, y parte de la civilización europea que al principio sentí opresiva, bajo el peso del tiempo y lo desconocido, con gente de extraños trajes, rasgos y lenguajes inextricable , sino que era la Vieja Europa, la de la historia y los cuentos, con sus castillos y murallas y bosques encantados e historias en que creció nuestra imaginación, la Praga de Kafka y la república de Kundera, la vieja y melancólica Praga. Sabía que estaba en la errónea ruta para llegar al hostal pero estaba tan asombrado del encanto de la noche en Praga que no me importo el cansancio, el hambre, el no saber donde pasaría la noche ,cuando ya eran las 11 , y cada vez se veían menos gente en la calles. El silencio parecía vivo y encantado. VI de lo lejos lo que creí un castillo y hacia allí me dirigí, las calles angostas parecían estar llena de la sombra de tantos pasos muertos, ya nadie se veía y yo simplemente caminaba solo en la noche abierta. El cielo estaba nublado y comenzaba a hacer frio y hambre, después de ascender una pendiente hacia el castillo ubicado en la cima de la ciudad, vi un cafecito medio escondido y entré a tomarme un café y comerme un sándwich . Un grupo de hombres fumaban algo extraño, y en frente de ellos un aviso me llamó la atención, Prohibido fumar Opio. Salí un poco intimidado por el silencio y las sombras de la “taberna” y de lo cansado hasta se me olvido pagar y los hombres ni se enteraron, cada vez veía nuevas catedrales, fantásticos edificios con cúpulas y agujas penetrando los cielos y arabescos enrollando los sueños . Llegué al castillo pero ya todo estaba cerrado, así que volví sobre mis pasos al centro de la ciudad, ya casi arrastrando mis piernas, di con el hostal, pagué como 5 Pound y en un cuarto lleno de camarotes donde dominan extraños me acosté.

No hay comentarios:

Publicar un comentario