La tarde declina, en lo alto una corriente de luz irradia en los cielos, enciende de energía la nubes amarillas colgando como un rio sobre el diáfano ámbito, lentas avanzan las nubes como si fueran las aguas encantadas de algún poema, y más allá en la transparentes regiones del aire palacios de cristal y la vegetación obscura de nuestros espíritus, más allá y aquí los pájaros urden sus canciones en armonía con los ciclos y sinfonía de los orbes, canto de los cielos y de secretos espíritus, quietos los árboles sobre si reposan y sueñan, caen sus hojas bailando en los súbitos remolinos del aire y la luz por momentos la enciende, vuelan las abejas, vibrando de dulce alegría, vuela el colibrí como una súbita flecha, mensajero de los muertos y dioses, siervo de las plantas, joya del dia y la noche eterna de los mitos, vuela el ave en búsqueda de su nido, la tarde se carga, el viento viene de nuevo y sobre sus crines transparentes las semillas de plantas galopan sobre reinos nuevos, vuelan en el alado suspiro de los árbol, su voz ancestral y nueva, sonríe con el juego de la luz y la sombra entre sus ramas que el viento agita haciendo señas de alegría, todo vibra y la semillas reposadas se abren como estrellas de la mañana, ojos de luz, formas vivas de energía, peces que nadan a través del mar de los sentidos y ascienden en espirales, alado deseo, asciende y desciende, a través de las olas del tiempo. La luz se torna más sutil y eléctrica con las sombras que secretas avanzan en su órbita
sábado
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